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BLOG DE PSICOLOGÍA

Psicología y Felicidad va dirigido a todos aquellos que prefieren crecer a envejecer.
Un blog práctico donde quiero ofrecerte información, recursos y estrategias para ser más feliz,
que al final es de lo que se trata ¿no?

Cómo hacer amigos (nuevos o empezando desde 0)

hacer amigos nuevos

Los seres humanos somos seres sociales por naturaleza, las relaciones interpersonales forman parte de nuestro día a día y conforman un área muy importante de nuestras vidas.

Las relaciones con otros cubren muchas necesidades esenciales: apoyo, cuidado, ocio, entretenimiento, aprendizaje, autoestima…

Es algo demostrado que el apoyo social es uno de los mejores amortiguadores de estrés con los que contamos. Pero también puede ser el área que mayor estrés nos produce. Cuando existen carencias en este ámbito, es probable que nos cueste más lidiar con el día a día, nuestra autoestima se ve dañada y nuestro estado de ánimo se deteriora. 

En ocasiones, los problemas son puntuales, como un cambio de ciudad o un conflicto, que nos ponen en la necesidad de crear una nueva red social, ampliar la que ya tenemos o reparar las relaciones.

En otros casos, las dificultades son más duraderas y podrían estar indicando la necesidad de trabajar cómo nos relacionamos con otros: falta de habilidades sociales, timidez, fobia social

En este artículo, propondremos algunas estrategias que pueden ayudarnos a tener relaciones con los demás más sanas y beneficiosas. Si no tienes amigos o quieres ampliar tu círculo social y hacer amigos nuevos, esta información te interesa.

“Cómo hacer amigos nuevos” (teniendo en cuenta que ya tienes)

Si ya cuentas con relaciones de amistad sanas y positivas en tu vida, significa que tienes las herramientas para continuar ampliando tu red social. Sin embargo, cuando llegamos a la vida adulta, esta tarea se vuelve algo más complicada y quizá debamos revisar nuevas formas de hacerlo.

Cuando somos niños o adolescentes, establecemos amistades, en general, con otras personas con las que pasamos mucho tiempo, ya sea en el colegio, en el vecindario o en alguna actividad o deporte. Pasar tanto tiempo juntos estrecha los vínculos y crea una intimidad y confianza cada vez mayor. 

A medida que vamos creciendo, las circunstancias cambian y es casi inevitable que las relaciones sean diferentes. Las demandas del día a día, el tiempo dedicado al trabajo, el cuidado de los hijos, tareas de casa… Pasar tiempo con amigos o con personas con las que podríamos establecer una amistad, se vuelve una tarea que requiere tiempo y esfuerzo.

Además, las oportunidades para consolidar una nueva amistad quizá no aparezcan de una manera tan orgánica o natural. Es posible que las personas con las que nos gustaría estrechar lazos sean personas que hemos conocido en entornos que no favorecen dicho objetivo, como el trabajo, una reunión de padres, el gimnasio. Lo cual requiere que demos un paso adelante a la hora de proponer planes adicionales.

Otro escenario en el que podemos vernos inmersos es un cambio de ciudad, encontrándonos en un lugar nuevo y sin una red de apoyo establecida. Si, además, no solo hay un cambio físico, sino también cultural o de lengua, la tarea de integrarnos socialmente puede convertirse en un verdadero reto. En estos casos, es necesario crear oportunidades para interaccionar con otros, movernos en ambientes que lo favorezcan, ya sea apuntándonos a alguna actividad nueva o provocando interacciones con personas del día a día.

También es posible que ya contemos con amistades, pero que nos encontremos en un momento vital en el que valoramos que estas amistades no están aportándonos aquello que necesitamos. Como antes mencionábamos, las relaciones, al igual que las personas, cambian y evolucionan y, lo que antes era suficiente y apropiado, puede que ahora ya no lo sea. Quizá los intereses, el estilo de vida o la forma de ser de nuestras amistades ya no sean tan afines a las nuestras. En estos casos, tomar consciencia de la situación y de cuáles son las carencias, es decir, las cosas que necesitaríamos que nuestras amistades nos aportasen, es importante para poder crear oportunidades de conexión con personas que puedan sumar en nuestra vida. 

nuevos amigos de cero

Sea cual sea el motivo, si estás teniendo la sensación de que necesitas ampliar tu círculo social, recuerda que esto es una señal de que tu sistema motivacional social está funcionando correctamente. Da valor a esta necesidad, no le quites importancia, y ayúdate a sentirte más cómodo y satisfecho en esta faceta de tu vida. Medita acerca de qué cosas te gustaría que te aportasen nuevas personas en tu vida, en qué tipo de relaciones o con qué personas te sientes más cómodo. No esperes que sea algo que simplemente llegue, provoca oportunidades para interactuar con personas que compartan tus intereses, gustos o necesidades. Es posible que, al principio, lo sientas como algo más forzado o artificial, esto es algo normal en todo tipo de relación, te sentirás más cómodo a medida que la relación vaya avanzando y la confianza aumente.

Cómo hacer amigos desde 0

Ya hemos hablado acerca de algunas condiciones que pueden provocar que, de manera puntual, necesitemos trabajar en nuestro círculo social, no obstante, existen otras condiciones que dificultan establecer vínculos de una manera más prolongada.

Si encuentras que el hecho de hacer amigos o mantenerlos siempre ha sido algo difícil para ti, si sientes que no hay ninguna relación íntima en tu vida, es posible que haya aspectos más básicos del funcionamiento social que necesitemos trabajar. 

Factores como la timidez, la introversión o, incluso, la fobia social, producen una gran incomodidad para las personas que los sufren en este tipo de contextos. Lo más probable es que la persona evite cualquier tipo de situación en la que se requiera interaccionar con otros, dado el gran sufrimiento que se experimenta, lo cual limita en exceso las oportunidades para establecer vínculos. Es posible que, una vez que se han establecido los vínculos y a medida que la relación se consolida, la persona se vaya sintiendo más cómoda y sea capaz de mantener dicha relación. Si bien la red social será muy pequeña, lo cual puede derivar en problemas de dependencia emocional.

En otras ocasiones, hablamos de una falta de habilidades sociales, que puede ir o no acompañada de ansiedad social. En estos casos, las personas pueden encontrar también dificultades a la hora de establecer vínculos, de mantenerlos o, simplemente, los vínculos son siempre muy superficiales.

El área de la psicología que estudia el apego, es decir, la forma en que nos vinculamos con otros o con nosotros mismos, ha etiquetado las llamadas Sensibilidades esenciales o Core Sensitivities. Estas sensibilidades definen disfuncionalidades que suelen provenir de nuestros aprendizajes y de las relaciones con nuestros cuidadores primarios, y pueden ayudarnos a entender qué está sucediendo en la base de las dificultades para relacionarnos. Aunque se han categorizado más, en este artículo hablaremos de tres sensibilidades: a la separación, a la estima y a la seguridad.

La sensibilidad a la separación hace referencia a un fuerte temor a ser abandonados, la sensibilidad a la estima se relaciona con la creencia de ser insuficiente o no válido, mientras que la sensibilidad a la seguridad tiene que ver con la necesidad de protegerse de que los demás nos invadan o sean intrusivos. 

Cualquiera de estas tres sensibilidades puede estar en la base de las dificultades para relacionarse. 

Aquellos con sensibilidad a la separación tienden a establecer relaciones de gran dependencia, están excesivamente volcados en las necesidades de los otros y llegan a perder el sentido de la propia identidad. Paradójicamente, este funcionamiento puede provocar el rechazo de los otros, que se ven ahogados por la relación.

 Cómo hacer amigos nuevos

El fuerte temor a ser abandonado puede provenir de experiencias en las que alguno de los cuidadores primarios cambia de manera repentina de una relación muy estrecha a una separación brusca. Las pérdidas o las dinámicas en las que se hace sentir a la persona que necesita al otro para funcionar, pueden estar en la base de este tipo de funcionamientos interpersonales en la vida adulta.

En el caso de las personas con alta sensibilidad a la estima, la valoración de la propia valía juega un papel esencial en las relaciones. Todo lo que sucede en la interacción pasa el filtro ¿qué dice esto de mí? La persona necesita que todas las opiniones sean compartidas y siente un excesivo malestar ante las críticas, los desacuerdos, o cualquier situación que pueda considerarse que se está equivocado, haciendo el ridículo o poniendo en evidencia. 

Un ambiente de intensa competitividad o crítica en la infancia puede estar en la base del desarrollo de este tipo de funcionamiento en la vida adulta.

Con la sensibilidad a la seguridad ocurre que las personas desarrollan unas fuertes barreras y defensas para que los otros no se acerquen, sostenido en el temor de que, si alguien se acerca, lo hará excesivamente y se perderá la propia identidad. Puede aparecer en forma de aislamiento o de relaciones muy superficiales, mostrando la persona muy poco de sí mismo. Aunque pueda parecer que estas personas se sienten cómodos en la soledad, en realidad se mueven en una disyuntiva constante entre necesitar las relaciones y mantener una distancia de seguridad. 

La intrusión por parte de los cuidadores primarios suele estar en la base de este tipo de funcionamientos, dinámicas en las que el cuidador primario ocupa por completo el espacio de niño, toma todas las decisiones por él, juzga cada movimiento e impone su propio punto de vista, no dejando que el niño pueda desarrollar una identidad propia. 

Aunque las sensibilidades esenciales marcan una tendencia en nuestras interacciones, la buena noticia es que podemos aprender a relacionarnos de una forma diferente con nuestros propios patrones. Tomar consciencia de qué es lo que se nos activa a la hora de relacionarnos, es el primer paso para poder hacer algo al respecto. Desde la perspectiva de un apego seguro, el objetivo es poder desarrollar un apego seguro con nosotros mismos, en primer lugar, y un apego seguro con los demás. Tomar consciencia y acoger con amabilidad lo que se está activando, aunque sea algo desagradable, diciéndonos algo como: “aquí está mi sensibilidad, aquí está mi sistema tratando de protegerme de algo que en algún momento fue doloroso” y pudiendo recordarnos que el presente es seguro.

En el caso de la sensibilidad a la separación, la seguridad proviene de ser conscientes de que, siendo adultos, contamos con herramientas para funcionar de manera autónoma que en la infancia no teníamos; que las relaciones adultas precisan de independencia entre los miembros, habiendo un equilibrio entre cubrir las propias necesidades y tener en cuenta las necesidades del otro; que los conflictos o las separaciones temporales son normales y no necesariamente amenazas al vínculo; que las relaciones se basan en el afecto hacia el otro y la reciprocidad, y no en el servilismo.

En el caso de la sensibilidad a la estima, la seguridad proviene de ser conscientes de que la valía es algo intrínseco, no sujeta a lo que hacemos o tenemos, si no a lo que somos. Cuando nos damos cuenta de que somos seres valiosos simplemente por ser quienes somos, y comenzamos a trabajar en nosotros mismos, en cuidarnos, tratarnos con amabilidad, guiarnos hacia la mejora desde la aceptación, cuando nos convertimos en alguien afectuoso para nosotros mismos, podemos relacionarnos con los demás desde la seguridad.

En el caso de la sensibilidad a la seguridad, la seguridad proviene de aprender a negociar los límites, encontrando un equilibrio entre permitir que los demás se acerquen y permitirnos a nosotros mismos establecer límites siempre que lo necesitemos. Cuando no tenemos la confianza en que podremos poner límites, porque en el pasado no pudimos hacerlo y los demás fueron excesivamente intrusivos con nosotros, optamos por cortar por lo sano y mantener a los demás lo más alejados posible. Entrenar la capacidad de poner límites de manera asertiva nos da sensación de control y reduce el miedo a que los demás se acerquen, no significa que estén siendo intrusivos y, si sentimos que lo son, está permitido pedir y concedernos espacio.

Lo ideal es que puedas profundizar en estas sensibilidades, en tus miedos y tu historia de apego en terapia, para poder tomar conciencia de cómo te relacionas y porqué y decidir cómo quieres relacionarte con los demás desde tu verdadero yo, dejando atrás los aprendizajes que te ayudaron a adaptarte emocionalmente a tus circunstancias en su momento pero que hoy te están lastrando.

Cómo ganar amigos e influir en las personas. El libro de autoayuda que ha ayudado a muchas personas a hacer amigos. 

En 1936, Dale Carnegie publicó su libro “Cómo ganar amigos e influir en las personas”, recopilando numerosos testimonios de personas que han puesto en práctica sus consejos para relacionarse con otros. Habiendo pasado casi cien años desde su publicación, este sigue siendo el libro más famoso en este área. 

Aquí haremos una breve recopilación de los puntos más importantes que resalta Carnegie, y que divide en cuatro áreas. 

En primer lugar, Carnegie expone lo que, en su opinión, son las técnicas fundamentales para tratar con los otros: evitar criticar, condenar y quejarse, tratando de entender el punto de vista del otro y porqué hace lo que hace; demostrar aprecio honrado y sincero, tratando de darnos cuenta de que los demás siempre tendrán algo que podamos admirar en ellos y que esto puede beneficiarnos si sabemos apreciarlo, así como puede perjudicarnos si lo percibimos como una amenaza para nuestra valía; despertar en el otro un deseo, tratando de incentivar que se sienta motivado, en lugar de tratar de que sea el otro quien considere nuestros deseos, logrará de una manera mucho más exitosa que podamos llegar a un entendimiento. 

En segundo lugar, Carnegie nos habla de algunas formas que pueden ayudarnos a agradar a los demás: interesarnos sinceramente por el otro (sus preocupaciones, problemas, intereses…) y demostrar abiertamente ese interés; expresar el agrado por el otro no solo con nuestro lenguaje verbal si no también con lo no verbal, algo tan sencillo como dedicar una sonrisa sincera; tratar de recordar el nombre de las personas y dirigirnos a ellas por su nombre es algo que, de una manera inconsciente, genera en el otro un sentimiento de agrado y demuestra interés y valoración; ser un buen oyente e incitar al otro a hablar a través de preguntas, interesándonos sinceramente por las respuestas, en lugar de acaparar la conversación hablando acerca de lo que a nosotros nos incumbe; dedicar tiempo a hablar sobre temas que interesan al otro, incitando a que el otro se sienta cómodo y motivado con la conversación; hacer sentir al otro importante de una manera sincera, expresando respeto o admiración por algo que han logrado, algo que hacen o alguna cualidad positiva de la que nos hemos percatado. 

En tercer lugar, Carnegie da algunos consejos para lograr que los demás lleguen a ponerse en nuestro lugar y compartan nuestro punto de vista: evitar la discusión y confrontación directa, ya que esto solo produce que el otro se radicalice más en su postura; demostrar respeto por las opiniones ajenas y evitar hacer sentir al otro que está equivocado; admitir abiertamente nuestras propias equivocaciones cuando somos conscientes de ellas; empezar la conversación de la forma más amigable posible; comenzar exponiendo argumentos o preguntas con las que sea más probable que el otro nos dé una respuesta afirmativa, ya que esto aumenta la disponibilidad a responder de manera afirmativa posteriormente; dejar que el otro se exprese libremente y escucharle hasta que termine, sin interrumpir; permitir que la otra persona sienta que la idea ha sido suya; tratar honradamente de entender el punto de vista del otro; mostrar simpatía y afecto por las ideas y deseos de la otra persona; apelar a motivaciones nobles en el otro; dramatizar las ideas usando apoyos visuales; lanzar un reto al otro, apelando a su deseo de superación.

En cuarto lugar, Carnegie expone algunas claves para ser un líder, es decir, ser capaz de influir en los otros sin ofenderlos ni despertar resentimientos: comenzar siempre con un elogio y aprecio sincero; tratar de llamar la atención sobre los errores de una forma indirecta, por ejemplo, empleando una pregunta más que una afirmación; reconocer abiertamente los propios errores; en lugar de dar órdenes, tratar de implicar al otro en la solución haciendo preguntas y dando la oportunidad de que sea la otra persona quien llegue a dicha solución; permitir que la otra persona salve su prestigio, a ser posible de una manera pública, separando el error de la persona y sus cualidades. 

Espero que estas claves te ayuden a hacer nuevos amigos, pero recuerda, ¡en ti puedes encontrar al mejor amigo o amiga!

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