Estrés y cáncer
“Mens sana in corpore sano”, así rezaba un antiguo proverbio que la medicina olvidó durante años. Sin embargo, ahora el papel de las emociones en el ámbito de la salud y la enfermedad ha vuelto a cobrar protagonismo de la mano de diferentes estudios que nos demuestran, por un lado, la relación que hay entre estrés, depresión y cáncer y por otro, cuán importante es el apoyo psicológico para recuperarse de esta enfermedad.
Estrés, depresión y cáncer
El cáncer es desgastante, tanto desde el punto de vista físico como mental. Cuando una persona se enfrenta a este diagnóstico, lo más usual es que su vida emocional dé un vuelco de 180 grados y comience a experimentar sentimientos como el miedo, la ira y la tristeza. Sin embargo, para recuperarse por completo de un cáncer, no solo es necesario concentrarse en los tratamientos médicos sino también en el manejo de las emociones.
De hecho, en los últimos años han salido a la luz numerosos estudios que nos indican que el aspecto emocional es fundamental, no solo para mejorar la calidad de vida sino incluso para incrementar las probabilidades de supervivencia. Recientemente un equipo de investigadores de la Universidad de Texas descubrió que el estrés y la depresión pueden incrementar la mortalidad por cáncer, ya que durante periodos de mucha tensión nuestro organismo reacciona produciendo una mayor cantidad de cortisol, una hormona que interviene en la regulación de los procesos inflamatorios.
En circunstancias normales, los niveles de cortisol son más elevados por la mañana y disminuyen durante el transcurso del día pero entre las personas que experimentan estrés o depresión, estos niveles se mantienen estables durante toda la jornada. En el estudio, que se centró en las personas diagnosticadas con un carcinoma de células renales, los investigadores apreciaron que quienes poseían niveles elevados de cortisol a lo largo del día, también tenían un mayor riesgo de morir debido a su enfermedad.
La explicación a este fenómeno llega de la mano de otro estudio, esta vez realizado en la Carnegie Mellon University. En esta investigación se descubrió que el estrés afecta a la habilidad del organismo para regular la respuesta inflamatoria. Es decir, a raíz de una exposición prolongada al cortisol, los tejidos del cuerpo se vuelven insensibles a los efectos de esta hormona, la cual pierde su capacidad para regular la respuesta inflamatoria.
Como sabrás, la inflamación es un proceso positivo si se produce solo en una parte del cuerpo porque nos ayuda a luchar contra las infecciones, pero cuando se convierte en un problema crónico, puede propiciar la aparición de diferentes enfermedades, desde las patologías cardiacas hasta la diabetes y el cáncer. Por tanto, los oncólogos no tienen dudas: largos periodos de estrés pueden incrementar el riesgo de morir si la persona ya padece un cáncer.
¿En qué medida puede ayudar un psicólogo en la superación del cáncer?
Un cáncer supone una sacudida emocional para cualquier persona. Hoy sabemos que las emociones negativas como el estrés y la depresión no son buenas compañeras del cáncer, por lo que considero fundamental controlar estas variables, para poder atacar a la enfermedad por todos los frentes.
Cuando una enfermedad como el cáncer entra en nuestra vida es hora de auto-responsabilizarse de la propia curación, me refiero a apoyar los tratamientos médicos con todo lo que esté a nuestro alcance. En este sentido, es fundamental revisar nuestra alimentación e informarnos de qué alimentos son cancerígenos y cuáles anticancerígenos, mantener una actividad física regular adecuada a nuestra condición física y mantener el equilibrio emocional, es en esto último en lo que los psicólogos tenemos mucho que hacer.
Para ilustrar esto último me gustaría hablaros de dos investigaciones en concreto, obviamente hay muchas más. En primer lugar me gustaría mencionar la investigación realizada en la Universidad Estatal de Ohio, en la cual se incluyó a 227 mujeres que habían sido diagnosticadas con cáncer de mama en el estadio I o II. Algunas recibieron el tratamiento estándar y otro grupo se sometió a una intervención psicológica con el objetivo de ayudarles a comprender las relaciones entre el cáncer y el estrés, además de enseñarles técnicas para manejar las emociones negativas relacionadas con la enfermedad.
Durante el periodo de seguimiento, 62 mujeres tuvieron una recaída. Sin embargo, de ellas, quienes se habían sometido al tratamiento psicológico, presentaron una reducción del 59% del riesgo de mortalidad. Además, también mostraron cambios muy positivos en su estilo de vida y en algunos casos incluso se apreció un incremento de las células-T, fundamentales para nuestro sistema inmunitario.
Otros estudios también confirman la importancia del control del estrés y de las emociones negativas y la importancia del apoyo psicológico en la intervención integral contra el cáncer, como el que se realizó en el marco del “Stress and Immunity Breast Cancer Project”, particularmente revelador, en el cual se le dio seguimiento durante 11 años a personas diagnosticadas con cáncer. Los investigadores apreciaron que una intervención psicológica dirigida a enseñarles a manejar el estrés y las emociones negativas vinculadas a la enfermedad reducía las posibilidades de recurrencia del cáncer en un 45%.
Nótese que estas intervenciones psicológicas son muy básicas, al tener que estar estandarizadas por ser parte de una investigación sólo se ocupan de realizar psicoeducación y de dotar de estrategias de afrontamiento de las emociones negativas. Creo que una intervención personalizada con un enfoque más global y más profundo que se complemente con hipnosis y que dote de estrategias y técnicas de autoayuda tan potentes como la autohipnosis, mindfulness o EFT se pueden conseguir resultados mucho más ambiciosos.
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