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Todos necesitamos ser aceptados ya que a través de las relaciones interpersonales construimos nuestra identidad. Ese proceso de dar y recibir afecto es psicológicamente saludable y refuerza nuestra autoestima. Por eso, el rechazo social se vive de manera particularmente intensa y provoca fuertes reacciones emocionales que pueden ir desde la ira hasta la desesperanza.
Cuando la necesidad de aceptación social se sobredimensiona se experimenta un profundo miedo al rechazo social que en algunos casos puede llegar a transformarse en una fobia. De hecho, se estima que entre el 3-13% de la población mundial sufre una fobia social.
Casi siempre el miedo al rechazo surge cuando la persona percibe que podría perder la aprobación de alguien significativo. Cuando pensamos que alguien importante para nosotros no validará nuestros comportamientos, sentimientos o ideas, tememos perder su reconocimiento y que la relación se dañe irremisiblemente. En el caso de la fobia social este miedo al rechazo se produce sobre todo ante los desconocidos, encontrando sólo seguridad y comodidad en las relaciones familiares o muy cercanas.
Obviamente, la pérdida de la estima, el afecto y/o la aprobación se percibe como si fuera una situación amenazante para nuestro “yo”, lo cual genera miedo. Cuando esta situación se repite a lo largo del tiempo, desarrollamos un profundo miedo al rechazo social pues para ese momento es probable que nuestra autoestima se haya dañado. Al perder la confianza en nuestras capacidades, también pensamos que nadie podrá valorarnos y tememos hacer el ridículo o quedarnos solos.
El miedo al rechazo social se expresa a través de un temor persistente de que los demás no acepten nuestros comportamientos y, como consecuencia, perdamos su aprobación. Este tipo de pensamientos ocupará cada vez más espacio llegando a determinar nuestras decisiones ya que en muchas ocasiones la persona que le teme al rechazo no piensa en lo que quiere o necesita realmente sino que se pliega a las opiniones de los otros ya que intentará hacer todo lo que esté a su alcance para obtener su aprobación. Obviamente, con el paso del tiempo estos comportamientos suelen dar paso a una profunda insatisfacción.
En otros casos el miedo al rechazo se expresa evitando las relaciones sociales. Aunque a primera vista puede resultar paradójico, lo cierto es que la persona prefiere no exponerse para no correr el riesgo de ser rechazada. De esta forma, se va excluyendo ella misma y al final termina sufriendo lo que tanto temía: el aislamiento social.
Todos tenemos la necesidad de ser amados y sentir que pertenecemos a un grupo. El simple contacto no es suficiente, necesitamos mantener relaciones estables e interacciones satisfactorias que validen nuestros sentimientos, comportamientos y actitudes. Cuando nos rechazan, nos sentimos solos e infelices y, como se trata de una sensación desagradable, es normal que intentemos evitarla.
Después de haber sufrido un rechazo, la mayoría de las personas pasa una “fase de evaluación", en la que hacen un balance de lo sucedido y determinan los pasos a seguir. Lo más usual es que intenten volver a conectar con los demás y que lo logren ya que ahora son mucho más sensibles y empáticos. Sin embargo, hay quienes se encierran en sí mismos y comienzan a experimentar un profundo miedo al rechazo, el cual se acentúa aún más cuando existe una baja autoestima.
En muchos casos este miedo sienta sus raíces en la infancia, sobre todo en las experiencias traumáticas que hayan implicado un rechazo. Algunas de las causas más comunes son las siguientes:
A largo plazo, la experiencia de rechazo provoca daños en la imagen de sí mismo, en la autoconfianza y puede generar depresión, la sensación de derrota y una profunda inseguridad emocional. La persona que tiene miedo al rechazo puede llegar a comportarse de forma sumisa o poco asertiva, o por el contrario tener explosiones de ira, como consecuencia de “haberse tragado” lo que pensaba y no haber puesto límites a los demás en su momento. De hecho, la investigación ha demostrado que percibir que podríamos ser rechazados nos hace comportarnos de manera más agresiva y egoísta, lo cual sería una especie de mecanismo de defensa que nos ayuda a prevenir futuros rechazos, pero que en realidad nos aleja de los demás.
Por otra parte, la experiencia de rechazo también puede llegar a provocar emociones tan intensas que nuestro cuerpo las registra como si fuera un dolor físico. El simple hecho de imaginar que podemos ser rechazados puede generar desde dificultades para respirar hasta una sensación de dolor punzante y un aumento de la presión arterial. Cuando esta situación se mantiene durante un largo periodo de tiempo, la persona puede comenzar a desarrollar trastornos psicosomáticos.
El tratamiento del miedo al rechazo social se centra, en un primer momento, en detectar de dónde proviene ese temor y, en un segundo momento, en eliminarlo. Para lograrlo, en El Prado Psicológos trabajamos desde la psicoterapia breve integrando diferentes técnicas, desde la visualización, el mindfulness, EFT y la reestructuración cognitiva hasta la hipnosis y la terapia EMDR, en el caso de que sea necesario trabajar con alguna experiencia traumática.
Con el tratamiento lograrás:
Recuerda que las emociones negativas son parte de la vida, podemos experimentar miedo, inseguridad y humillación, pero lo que nos distingue es la manera en que lidiamos con esas emociones. Algunos prefieren aislarse mientras otros buscan el apoyo de los demás. En El Prado Psicólogos podemos ayudarte, contamos con un grupo de psicólogos especializados en el tratamiento del miedo al rechazo social que te guiarán a lo largo del camino para que logres vencer ese temor.
Si lo deseas podemos realizar una primera entrevista informativa gratuita en la que valoraremos tu caso y te indicaremos cual es el tratamiento más adecuado para ti.
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