Encopresis

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La encopresis infantil es un trastorno que suele generar un gran malestar, tanto en el niño como en los padres. El pequeño que padece este problema con frecuencia se siente avergonzado y comienza a evitar las situaciones en las que deba relacionarse con otras personas, encerrándose en un ostracismo social que puede terminar inhibiendo su desarrollo.

La encopresis es un trastorno mucho más común en los varones. De hecho, entre los 7 y 8 años, afecta al 1,5% de los niños y solo al 0,5% de las niñas.

Qué es la encopresis

La encopresis es la defecación involuntaria en lugares inapropiados, como puede ser la ropa, cuando no hay presencia de otros trastornos de índole nerviosa u orgánica. La incontinencia puede ocurrir durante el día o la noche ya que los episodios escapan al control consciente del niño.

La encopresis se cataloga en dos subtipos:

  • Encopresis con estreñimiento e incontinencia por desbordamiento. 

    En este caso, el niño solo utiliza el inodoro para evacuar pequeñas cantidades de materia fecal, ya que padece de estreñimiento. Además, la forma y consistencia de sus heces son anormales y la incontinencia suele ser continua. No obstante, cuando se resuelve el problema del estreñimiento, se suele solucionar la encopresis.

  • Encopresis sin estreñimiento ni incontinencia por desbordamiento.

    No existe evidencia física de estreñimiento y las heces tienen una forma y consistencia normales, aún así la incontinencia es intermitente. En estos casos, suele haber una causa psicológica en la base, como puede ser un trastorno oposicionista desafiante, una experiencia traumática, ansiedad o estrés.

Síntomas de la encopresis en niños

La encopresis infantil se diagnostica después de los 4 años, ya que antes de esta edad se considera normal que algunos niños aún no hayan logrado un buen control de sus esfínteres. Además, para realizar el diagnóstico debe haber ocurrido al menos un episodio de incontinencia al mes, durante los últimos tres meses.

A los 4 años el 95% de los niños han logrado controlar el esfínter anal y a los 5 años esta cifra asciende al 99%.

Los síntomas más evidentes de la encopresis son:

  • Incapacidad para retener las heces hasta llegar al baño, lo cual también se conoce como incontinencia intestinal.
  • Defecar en lugares inapropiados, como puede ser en la ropa o en sitios que no están destinados a esta función.
  • Mantener las defecaciones en secreto.

En la mayoría de los casos, la encopresis se acompaña con el estreñimiento por lo que las heces son demasiado duras. De hecho, se aprecia que cuando el niño va al inodoro, tiene problemas para evacuar y, cuando lo hace, la cantidad es muy poca o las heces son demasiado grandes para su edad. En otros casos, la encopresis va de la mano de la enuresis.

Causas de la encopresis infantil

Por lo general, la encopresis es un trastorno que está asociado al estreñimiento crónico. No obstante, no se trata de un problema meramente físico, sino que sienta sus orígenes en un mal hábito o una dificultad en el plano psicológico. De hecho, el estreñimiento puede aparecer debido a un patrón anormal de movimientos del esfínter externo. En la práctica, al intentar evacuar, los músculos no se relajan sino que se contraen. Este es el resultado de un hábito debido al cual, el niño hace caso omiso a las señales del intestino que le indican que debe evacuar, porque está inmerso en una actividad que le resulta mucho más agradable.

Un 75% de los niños con encopresis también sufren estreñimiento.

Al hacer caso omiso a los mensajes enviados desde los músculos y los nervios alrededor del ano y el intestino, el número de estas señales disminuyen y con el tiempo las heces se acumulan y se hacen más sólidas, de manera que las deposiciones son dolorosas. Como resultado, el niño comienza a asociar el acto de evacuar con algo negativo y doloroso por lo que comienza a evitarlo conscientemente. Obviamente, cuando el colon y el recto no se vacían, llega un punto en que se produce un desbordamiento. Entonces ocurre el accidente.

En otros casos, la encopresis está provocada por un miedo o una fobia propiamente dicha. Este miedo puede ser el resultado de haber instigado al niño a usar el inodoro demasiado pronto, cuando aún no estaba preparado para ello, o debido a que fue castigado severamente cuando ha tenido los episodios de incontinencia.

Otras veces, negarse a usar el inodoro es una estrategia que el niño utiliza para demostrar que tiene cierto control o poder, por lo que puede llegar a  convertirse en un síntoma del trastorno oposicionista desafiante.

No obstante, en ocasiones la encopresis puede ser el resultado de una experiencia traumática, como puede ser un abuso sexual. También puede desarrollarse a raíz de una situación familiar estresante, como puede ser el nacimiento de un hermano, un divorcio o el inicio de la escuela. En estos casos, el niño suele tener problemas para expresar abiertamente sus emociones negativas por lo que lo hace a través de la incontinencia fecal.

Consecuencias de la encopresis en los niños

Además de las consecuencias en el ámbito físico, la encopresis también repercute en la esfera psicológica generando:

  • Sensación de culpabilidad: a medida que el niño va siendo consciente de que padece un problema, se avergüenza de este y se siente culpable, una sensación que termina minando su confianza y la seguridad en sí mismo.
  • Aislamiento social: el niño que padece encopresis prefiere evitar el contacto social porque teme tener un escape frente a los demás. En los casos más graves incluso puede negarse a ir a la escuela. Como durante los primeros años de vida la socialización es fundamental, limitar el contacto con otros niños puede afectar el desarrollo de sus habilidades sociales.
  • Daño en la autoestima: cuando los padres recriminan al niño por los escapes o sus coetáneos se burlan de él, su autoestima sufre un gran daño ya que normalmente el pequeño lo interpreta como un rechazo a su persona. Estas heridas son difíciles de sanar y pueden llegar a marcar su personalidad incluso en la adultez.

Tratamiento de la encopresis

La encopresis es un trastorno que tiene solución pero a menudo demanda un acercamiento médico, psicológico y alimentario.

En un primer momento el psicólogo se centrará en determinar las causas de la misma, analizando si existe un retraso en otras áreas evolutivas, si ha ocurrido algún hecho estresante que haya podido desencadenar el trastorno o si el niño no ha llegado a adquirir los hábitos de defecación adecuados. También se evalúa el impacto personal, familiar y social de la encopresis.

A partir de este punto se elabora un plan de tratamiento, que suele basarse en técnicas de modificación de la conducta para optimizar las condiciones fisiológicas y ambientales que anteceden a la defecación, un paso imprescindible para lograr el aprendizaje de una rutina.

También se utilizan las técnicas de biofeedback, a través de las cuales se entrena al niño para que reconozca las señales fisiológicas que anticipan la defecación y logre controlarlas, así como para que aprenda a relajar el esfínter externo durante la evacuación.

Además, se trabajan las causas emocionales que pueden estar en la base del problema con técnicas como EMDR y se orienta a los padres sobre la mejor forma de actuar para contribuir a la solución de la encopresis.

Los principales objetivos del tratamiento son:

  • Estimular un hábito intestinal regular que le permita al niño evacuar con asiduidad.
  • Propiciar un control fisiológico normal sobre las funciones intestinales.
  • Eliminar las preocupaciones que pueden tener los padres brindándoles información sobre la fisiología de la encopresis.
  • Reducir la tensión familiar y promover un ambiente no punitivo en el hogar.
  • Manejar las emociones negativas que están en la base del problema y enseñarle al niño una manera asertiva de expresarlas.

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